Participé del Foro anual de la Cámara de fideicomisos y fondos de inversión, los avances son relevantes y me permiten ser optimista.
*Por Damián Tabakman
Esta semana me tocó participar en el foro anual de la Cámara de fideicomisos y fondos de inversión. Fue un diálogo con la Comisión Nacional de Valores a raíz de las nuevas normas para incentivar los fondos inmobiliarios, aún incipientes.
Compartí en panel con las autoridades y especialistas que explicaron los cambios, surgidos de un trabajo conjunto con la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos, CEDU, nuestra institución. Los avances son relevantes, están bien fundamentados y nos permiten ser optimistas.
El histórico divorcio entre el mercado de capitales y real estate, que en otros países de la región ya fue zanjado, requería que asumiéramos esta cuestión con toda seriedad, tal como lo hemos hecho, hasta ahora con éxito.
Está claro que hemos iniciado un auspicioso camino para acercarnos a los inversores institucionales. Sucede que el desarrollo de proyectos inmobiliarios tiene particularidades que exigían modificaciones a las normas generales por cuestiones propias de nuestra industria. Por ejemplo, la posibilidad de ir recibiendo los fondos por tramos pari passu con el avance de las obras y la opción de entregarles metros a los inversores en lugar del proporcional económico al resultado del negocio. También es muy relevante que aparezca por primera vez la obligatoriedad de designar a un desarrollador inmobiliario responsable de todo proyecto que esté estructurado a través de un vehículo con oferta pública.
No obstante, estos avances, para que gane volumen, es necesario que entre ellos y nosotros (los desarrolladores) y también los reguladores, vayamos ganando experiencia y confianza mutua. Hacia allí vamos con paciencia, perseverancia y buenas prácticas. En muchos países de Latinoamérica se ha recorrido el mismo sendero con éxito, pero en general llevó varios años, tal como sucedió por ejemplo en México, Colombia, Perú y Chile.
Hay objeciones atendibles, aún a trabajar, que pasan por temas tales como el control de la informalidad, las trabas regulatorias a la hora de evaluar los activos (sobre todo para las compañías de seguros en su carácter de potenciales inversores), el riesgo performance, o sea el riesgo de que la obra no se termine en tiempo y forma, y la falta de gestores profesionales, entre otras.
Por lo demás, el fuerte abaratamiento del costo de construcción, la posibilidad que nuestra industria hoy genera de acceder a activos dolarizados, como son los ladrillos, y los incentivos adicionales que el gobierno está impulsado para la construcción privada (que incluyen desgravaciones y diferimientos fiscales) son elementos catalizadores de un proceso virtuoso a mediano plazo.
*Damián Tabakman: presidente de la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos (CEDU). Socio de la consultora Tabakman Ortiz. www.tabakmanortiz.com para más información: consultora@tabakmanortiz.com