Lo bueno de escribir una columna un 6 de enero es que podemos aportar algo distinto de lo que ya se comunicó a fines del año pasado. Demasiados análisis, balances y proyecciones llenaron nuestras pantallas como para seguir aportando más de lo mismo (por muy cierto que sean). Por eso, vamos a pedirle permiso al célebre grupo Sumo para titular la presente columna sobre lo que “no se dijo” del mercado inmobiliario argentino y que, seguramente, marcará el año 2021…
Por Lic. Juan Pablo Baca*
No tan distintos.
Luca, el cantante de la nombrada banda, con esta canción, hablaba sobre las similitudes de los sueños de paz que tenía la juventud en los ´80. Algo similar podemos decir de las inmobiliarias y sus aspiraciones de una prosperidad sostenida, destacando que nosotros (los profesionales en bienes raíces) somos artífices de nuestro destino, no espectadores pasivos de las circunstancias, ni víctimas de fuerzas malignas. Como diría Juan Paul Sartre, reconocido filósofo existencialista, un ser “es lo que hace con lo que hicieron de él”. Proyectado al real estate, podríamos decir que la crisis del sector, que ya lleva más de 2 años y medio; se produjo por lo que hicimos las inmobiliarias en dicho período.
Que me pisen.
Para evitar el riesgo que transmite este título de Sumo, y liberarnos de culpas, podría hablar de las consecuencias que tienen en nuestro ámbito la inflación, el dólar, la política, y, por supuesto, la crisis sanitaria que marcó el 2020 (para más información visitar nuestro Canal de YouTube: Juan Pablo Baca). Pero avanzaré por el camino más incómodo: El hacernos cargo de la crisis. Porque lo bueno de asumir responsabilidades es que nos da la oportunidad de aprender y mejorar, para luego, conducirnos hacia una recuperación sostenible.
La gota en el ojo.
Lo interesante de las canciones de Luca y su banda, es que daban lugar a muchas interpretaciones. Por eso yo haré la mía vinculada al real estate. El año 2020 se caracterizó por las molestas “gotas” que cayeron en este mercado, como la nueva ley de alquileres, la disparada del tipo de cambio, la falta de digitalización de las operaciones comerciales, y el debate sobre las franquicias inmobiliarias (que está en discusión sin lo son, técnicamente hablando, pero las nombraremos así para simplificar nuestro análisis). Realidades que modificaron nuestro entorno, para bien o para mal…
No duermas más
El memorable Tato Bores pudo haber copiado este título de Sumo cuando explicó la decadencia argentina con la siguiente parodia: El presidente no se hace responsable por la grave situación del país, entonces le echa la culpa a su antecesor. Este, hace lo mismo, Y así, sucesivamente, hasta llegar a Cristóbal Colón. ¿No será hora de despertarnos y asumir nuestras responsabilidades en vez de echarle la culpa a factores externos? Algo común en el comportamiento humano. Como diría Luhmann, cada vez que sale algo mal, es más cómodo colocar las culpas “en el entorno”. Entonces, si los inquilinos formaron una agrupación independiente ¿no será que no se sentían representados por las inmobiliarias? Si el sector de bienes raíces depende de la estabilidad del dólar ¿no será que carecemos de creatividad financiera? Si dependemos de la firma presencial ¿No será que no nos anticipamos al mundo digital? Si las franquicias siguen ganando mercado ¿No será que las inmobiliarias “tradicionales” están perdiendo clientes? En definitiva, los profesionales en bienes raíces tendríamos que hacer más y quejarnos menos, para no caer en la cita de Shakespeare, cuando le dijo a uno de sus reyes, “gritas demasiado para tener razón”.
La única verdad es la realidad Parafraseando a Aristóteles, lo cierto es que tenemos el mercado inmobiliario que construimos los últimos años. Escuchar que ahora “nos estamos dando cuenta” de los beneficios del espíritu colaborativo, que (recién) hace 6 meses algunos colegios profesionales les ofrecieron a los inquilinos, por primera vez, una guía para orientarlos en sus alquileres, o haber entendido que las propiedades las tenemos que tasar nosotros, a valor del mercado, y no los dueños, a su piacere, entre otras observaciones; es tarde, pero no tiene que ser eterno. Como dice el proverbio chino: “El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento, es ahora”. Por eso les deseo un autocrítico y proactivo año nuevo…

*Lic. Juan Pablo Baca: Corredor Inmobiliario y Martillero Público Nacional, Consultor Inmobiliario (Argentina). bacajuanp@gmail.com