Por Vanesa Armesto*
El 2020, un año marcado por la pandemia, nos enfrentó a reflexionar sobre nuestra vida cotidiana, nos dio pausa, nos hizo revalorar el significado de la casa, y nos llevó a pensar si el lugar que habitamos es el que cubre nuestras necesidades, estableciendo un nuevo orden de prioridades.
La pandemia puso en evidencia la necesidad de muchos de un cambio de vida, y en este sentido migrar de la ciudad, en busca de tranquilidad y naturaleza, es uno de los puntos de coincidencia. La convivencia full time del trabajo y el hogar, generó cambios de hábitos, y muchos de ellos repercuten en el mercado inmobiliario.
Los efectos del aislamiento, en muchas familias puso de manifiesto el replantearse si el espacio donde viven es el adecuado, si cubre las necesidades básicas, y ante esto, son muchos los que toman la iniciativa de emprender una mudanza, incluso, cambiando de barrio, ya que la nueva normalidad adoptó el home office, haciendo que la cercanía al lugar laboral ya no sea un impedimento.
El objetivo principal es ganar calidad de vida y obtener mayores espacios, verde, vistas abiertas, balcones, terrazas, patios propios y en muchos casos el soñado jardín.
En esta búsqueda, los barrios de zona Norte, Vicente López, Olivos, San Fernando, son los que llevan la ventaja. Ya que ofrecen una gran variedad de oferta, desde edificios con grandes amenities, PH con espacios abiertos, y casas con jardines dependiendo del presupuesto: todos los servicios que nos brinda la ciudad Y por otro lado, una buena conectividad.
Esta necesidad de espacio abierto, no solo modifica un estilo de vida sino que también influye en la forma de tasar este tipo de inmuebles, ya que históricamente, el metro cuadrado descubierto lo considerábamos con un valor inferior al cubierto, aproximadamente al 50% y en algunos casos un poco menos. Con la llegada de los grandes emprendimientos, los balcones aterrazados y terrazas ocuparon un espacio de uso habitual casi al nivel de los ambientes cubiertos, de esta manera comenzaron a cotizar mejor. El covid-19 los revalorizó aún más a estos metros y, por ende, su influencia en el precio también aumentó, equiparándolo casi al mismo nivel que el metro cubierto. Hoy ya nadie discute si el balcón vale o no.
Dentro de las tendencias de la pandemia, no podemos dejar de mencionar los terrenos que previo a la pandemia no se vendían y hoy tienen una demanda muy sostenida. Este boom tiene su explicación, en primer lugar, por la imposibilidad de viajar; son muchas las personas que deciden derivar ese dinero para invertir en la casa. Claro está que esto es incentivado por los bajos costos de la construcción; actualmente es un 53% menor al registrado en abril de 2018 previo a la devaluación y de la mano de obra que se abona en pesos, el cual representa el 50% del costo de la construcción, de esta manera muchos pueden lograr el sueño de la casa propia en las afueras de la ciudad.
Ante este escenario y acompañando este cambio de hábitos, muchos desarrolladores encontraron una oportunidad. Y ya se está gestando un nuevo concepto, las oficinas satélites. Pequeños espacios de trabajo en las afueras de la ciudad, con el fin de instalarse en las cercanías de lo lugares de residencia de los empleados, haciendo de esta manera que se trasladen menos veces a las zonas céntricas teniendo en cuenta que para muchos el home office vino para quedarse.
El 2020, un año atravesado por la pandemia, nos modificó la vida, nos trajo cambios, muchos de ellos seguramente perdurarán. Aún nos queda la incertidumbre de lo que vendrá, en un 2021 que a mi entender será de reconstrucción. El ladrillo siempre da revancha, son tiempos de resiliencia para el mercado inmobiliario.

*Vanesa Armesto: Editora periodística de Real Estate Data. Periodista y Corredora inmobiliaria matriculada de Cucicba. Matrícula 1413. Con una trayectoria de 20 años en el mercado inmobiliario. vanesa@realestatedata.com.ar