Por Vanesa Armesto*
El escaso movimiento del mercado actual está dado por el comprador para uso propio, lo que da un gran atractivo a la medida del blanqueo para usados. Un sobre stock de inmuebles y precios con rebajas del 35%, es el escolta perfecto para el arribo de este blanqueo.
La economía mundial se enfrenta a fuertes desafíos; según las perspectivas del Fondo Monetario Internacional, se espera un 2023 lleno de obstáculos, con desaceleramiento en el crecimiento económico global, y Argentina no queda exento. ¿En ese contexto cómo se va a desarrollar el mercado local? ¿Es posible pensar en una recuperación?
Si vemos los números de la cantidad de operaciones que se realizaron en los ocho meses del año, a priori podríamos especular con una incipiente recuperación.
Pero si analizamos periodos de un mercado con mayor dinamismo, aunque ya en crisis, como el 2019, estamos por debajo de esos parámetros. Y aún las cifras siguen marcando los mínimos. Lo que deja en evidencia que aún estamos lejos de poder hablar de una recuperación.
De todas maneras, dentro de este contexto tan inestable, hay una noticia que fue disparador de un buen número de consultas y prevé una muy buena repercusión en caso de que se apruebe.
El anuncio de la extensión del blanqueo hacia los inmuebles usados generó una gran cantidad de consultas, y se presenta como la gran medida que inicie un camino de recuperación hacia el 2023.
La importancia de esta medida tiene fuerza aún en la etapa anterior a la puesta en marcha. Porque generó que aquel que estaba dudando en la compra, posiblemente especulando en parte con una mayor baja de precio, ante una medida que seguro va a dinamizar las búsquedas y la intención de compra, activa y agiliza esa decisión.
Se sabe que medidas de este tipo, como también los lanzamientos de créditos, generan un incremento alto en la demanda y posibles subas de precios.
Este blanqueo para el rango de los usados sería una herramienta de despegue para el mercado. Se da en un momento con un stock de oferta muy por encima del histórico, con más de 160.000 unidades ofrecidas, y con precios cercanos en muchos casos a los de 2016. Lo que ya antes de su puesta en vigencia vaticina un éxito absoluto.
Sobre todo, teniendo en cuenta que hoy el único participante del mercado es el comprador final. El inversor permanece ausente en este contexto.
El inversor no participa actualmente del mercado hasta que no se generen garantías para su inversión. O sea, cambio en la Ley de alquileres; mejoras en la rentabilidad y seguridad jurídica de la propiedad privada. Mientras se sienta inseguro y sin falta de incentivos, va seguir sin participar.
El 2023 puede ser un año bisagra, donde se comience la anhelada recuperación, luego de cuatro años ininterrumpidos de crisis, con mínimos históricos de operaciones.
Hoy tenemos un mercado que desborda en la oferta a la venta y una baja de valores del orden del 35%, que merece ser aprovechada. Fundamentalmente, el gran desafío para el 2023 va ser recuperar al inversor instalando nuevamente al ladrillo como refugio de valor.

*Vanesa Armesto: Editora periodística de Real Estate Data. Periodista y Corredora inmobiliaria matriculada de Cucicba. Matrícula 1413. Con una trayectoria de 20 años en el mercado inmobiliario. vanesa@realestatedata.com.ar