Debido a la situación de “cuarentena” que se atraviesa en el mundo, se pudo ver como muchas las cosas cotidianas provocan una contaminación que puede ser evitada, una de ellas, es utilizando el etiquetado energético para viviendas.
Las emisiones contaminantes van a bajar un 5% a nivel global por el Covid 19 y el freno que tuvo que poner el rubro industrial y de movilidad. Uno de los debates que comienzan a darse está, precisamente relacionado con el uso eficiente de la energía.
En el mundo la producción de electricidad representa una de las actividades que más contamina, en parte por la cantidad de energía que se produce y porque suelen utilizarse combustibles fósiles como materia prima, entre los que el carbón destaca por ser de los más dañinos para el ambiente.
En Argentina, el sector residencial representa el 25% de la energía consumida nacionalmente y un 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero del país. El sector residencial consume más energía que el sector industrial. ¿Cómo podemos entonces reducir ese consumo?
Lo primero que hay que hacer es tener un diagnóstico de lo que se consume. Y es, en ese sentido, que se trabaja en un proyecto de ley nacional para que cada vivienda tenga una etiqueta, como los electrodomésticos, que indique los requerimientos energéticos.
“Los sistemas constructivos más sanos son todos aquellos que nos aseguran una buena aislación térmica en su envolvente, sin aislantes en el interior de las paredes que puedan descomponerse y desprender partículas que llegan a nuestros pulmones. Si el material de aislamiento no es natural, las partículas serán tóxicas para nuestro organismo. Los niveles de temperatura, humedad y aporte de aire fresco en el interior de una vivienda son los principales factores para tener en cuenta cuando hablamos de ambiente interior saludable”, aseguró Sandra Amerise, arquitecta del Grupo Unicer.
Maximiliano Ferraro, diputado nacional (Cambiemos) autor del proyecto indicó: “Hay que imaginarse que la etiqueta de eficiencia energética de la vivienda es un documento que muestra una foto del requerimiento de energía que tiene cada hogar para satisfacer sus necesidades de calefacción, refrigeración, calentamiento de agua, iluminación, etc, según la forma en que está construido y las instalaciones que tiene. Esto lo hace a través de una calificación que va de la A a la G., como las etiquetas que habitualmente vemos en los electrodomésticos, y la finalidad principal es la de informar al usuario y al Estado para el diseño de políticas públicas”.
Algunas de las cuestiones que mide la etiqueta son las instalaciones de calefacción, refrigeración, agua caliente sanitaria, iluminación, y producción de energías renovables, aportes y pérdidas térmicas, transmitancia térmica de paredes, cubierta, solado y aberturas, exposición a la intemperie, nivel de infiltraciones, etc.
Amerise del Grupo UNICER explicó que para lograr una vivienda eficiente hay que cumplir con una sumatoria de cosas. “Usar los ladrillos termoeficientes y respetar su geometría para interrumpir los puentes térmicos ayudaran a tener una aislación correcta y una eficiencia energética que asegura menores gastos futuros en calefacción y en refrigeración respectivamente”, sostuvo.
El legislador indicó que esta norma no implica ninguna obligación de adecuar las viviendas a ciertos parámetros: “Busca informarnos sobre sus prestaciones energéticas -o las de la vivienda que deseamos construir, comprar o alquilar- y saber cuáles son las mejoras que podríamos realizar para mejorar esta calificación, si lo deseamos. Posteriormente, cada jurisdicción podrá decidir, mediante una norma provincial o municipal, si desea exigir la etiqueta en determinadas circunstancias, como por ejemplo al momento de pedir un permiso de obra, o de escriturar una vivienda, o incluyéndola en sus códigos de edificación; o bien si simplemente la hace optativa pero implementando sistemas de incentivos para obtenerla o mejorar la calificación”.
El proyecto de ley fue elaborado en colaboración con la actual Coordinación de Eficiencia Energética en Edificaciones y Sector Público de la Secretaría de Energía de la Nación, luego de dos años de trabajo y seguimiento del Programa Nacional de Etiquetado de Viviendas, que incluye jornadas nacionales, experiencias de pruebas piloto en seis provincias y la ciudad de Buenos Aires. en las que fueron certificadas más de mil viviendas.
La letra que figure en la etiqueta de cada casa nueva o usada depende de:
-La ubicación.
-La orientación.
-La envolvente (tipo de materialidad de muros exteriores).
-El tipo de aberturas a utilizar.
-La protección que tengan las aberturas (postigos, persianas, parasoles, pérgolas, etc.).
-Obstáculos que tenga la vivienda (arboleda, aleros, edificios, etc.).
-La eficiencia de los equipos y elementos de iluminación.
-Fuentes renovables a utilizar.