Por Vanesa Armesto*
Argentina vive una nueva crisis económica que, sumada a la compleja situación interna del gobierno, genera un clima de mayor tensión y desazón en la sociedad.
Decir que Argentina está viviendo una crisis económica no es algo que sorprenda. Basta con recorrer la historia de las últimas décadas para revivir el vértigo que vivimos.
Estar pendientes del valor del dólar, e interpretar las distintas cotizaciones, el índice de inflación y el riesgo país, forman parte de nuestras costumbres más arraigadas.
Aunque sea una tradición, de igual modo nos afecta en todos los ámbitos. Actualmente, la crisis impacta en la sociedad de una manera mucho más poderosa. Ya no se trata solo de una cuestión económica, se traslada generando una sensación de hartazgo y pesimismo generalizado.
La consultora Poliarquía realizó una encuesta que determinó que el humor de los argentinos se encuentra en estado crítico. El estudio refleja que durante el mes de julio el humor social tuvo una baja de 142 puntos y, además, acumuló una disminución intermensual del 22%, llegando, de esta manera, a la cifra más baja de los últimos 20 años, de acuerdo a las estadísticas de la consultora.
Seguramente este pesimismo extremo, que se muestra en el mes de julio, está íntimamente ligado con las corridas cambiarias y el alto nivel de incertidumbre que se vivieron en las últimas semanas.
El fuerte cimbronazo del dólar puso sobre la mesa números que elevan al máximo el mal humor social.
En lo que va del mes de julio el dólar blue trepó un 49% respecto a junio, promediando los $330. Esto genera una devaluación del peso que no tiene freno, que se fue acelerando con el correr de los meses, potenciado por el conflicto político que se respira.
En lo que va de 2022, el peso argentino fue la moneda que más perdió valor frente al dólar en toda la región. Argentina tiene uno de los salarios más bajos medidos en dólares, $45.540 equivalentes a u$s135 de la cotización paralela, es decir al tipo de dólar al que tenemos acceso.
El índice de la inflación es otro número culpable del humor argentino. En el mes de junio fue de 5,3%, acumulando en el primer semestre del año un 36,2%. Estos porcentajes proyectan una inflación anual que estará por encima del 75%. Y una vez más el nivel adquisitivo se deprecia, eliminando el poder proyectar, ahorrar, y dificultando hacer frente a los compromisos de dinero, como es el caso del pago del alquiler.
El nivel de pobreza continúa en alza, hoy un 37,9% de la población se encuentra enmarcada dentro de este rango. Cifras difíciles de asimilar.
Este humor social, tan bajo, y absolutamente lógico en este contexto, se traslada al mercado. Un mercado que previo a estas semanas intentaba mostrar algo de recuperación. Pero las corridas de las últimas semanas lo volvieron al estado de quietud presente en el rubro inmobiliario en los últimos años.
El humor del mercado también está tocando su mínimo. Mes a mes se baten nuevos récords de inmuebles a la venta. En junio, en la Ciudad de Buenos Aires, se registraron más de 163.000 unidades. La cantidad de inmuebles ofrecidos para la venta se incrementó en un 160%, cifras históricas.
Lo más asombroso es que, aunque los valores bajaron, solo encuentran comprador un 1,57% de lo disponible. Hasta el mes de mayo se concretaron 10.736 operaciones, con una suba del 9,5% interanual, pero un 17 % por debajo de las operaciones de 2019. Esto indica que tenemos un mercado en tensión, con un nivel de actividad que continúa en sus mínimos.
El funcionamiento del mercado lo hacen sus actores. La falta de optimismo, de certeza, de estabilidad, la falta de incentivos y el enojo social que provoca el conflicto político/económico, del cual la sociedad queda presa, hacen que el humor de los argentinos se encuentre en negativo y como consecuencia el dinamismo del mercado se posterga.

*Vanesa Armesto: Editora periodística de Real Estate Data. Periodista y Corredora inmobiliaria matriculada de Cucicba. Matrícula 1413. Con una trayectoria de 20 años en el mercado inmobiliario. vanesa@realestatedata.com.ar