Por Vanesa Armesto*
La pandemia aceleró un proceso que se venía gestando desde hace varios años. La cuarentena, junto con el teletrabajo, le abrieron camino al crecimiento del coworking en Argentina.
La definición técnica de coworking es el espacio físico de trabajo compartido, donde varias empresas, pymes, o profesionales independientes de diferentes sectores llevan a cabo su actividad en un mismo lugar. Estos espacios-oficinas son todo incluido, es decir que cuentan con todo el mobiliario y servicios necesarios.
En el país, este sistema, que podría definirse como oficina cooperativa o integrada, viene creciendo en forma sostenida, así como también ampliando su público.
En un principio era utilizado en su mayoría por profesionales que trabajaban en el exterior, y freelancers, que al requerir solo unas horas o días del mes una oficina, les resultaba la opción ideal con el fin de no atarse a un contrato de alquiler cuyo tiempo mínimo es de 3 años.
Con la llegada de la pandemia y la nueva normalidad, sumado a una retracción de la economía, se aceleró esta tendencia y se extendió hacia muchos emprendedores, pequeñas, medianas y grandes empresas, y profesionales independientes, que debieron reestructurar sus espacios y modalidad de trabajo. De esta manera, encontraron en las prestaciones que ofrece el coworking una excelente alternativa con la posibilidad de optimizar los costos comparados con los que conllevan el alquilar y equipar una oficina convencional, ya que de esta manera solo pagan por el tiempo real en que se utiliza el espacio físico.
En general, el coworking, dependiendo del costo y necesidad de cada empresa o profesional, dispone de espacios-oficinas independientes, con conexión a internet y totalmente equipadas con áreas de coffee, y también ofrecen la opción de salas con espacios abiertos, con grandes mesas donde diferentes profesionales ocupan un mismo espacio simultáneamente.
La elección de espacios innovadores y enfocados en la persona generó el crecimiento del coworking más allá de la optimización de los costos; en algunos casos, por ejemplo un espacio en un coworking premium, es casi el mismo de una oficina convencional, pero se destacan por los servicios incluidos, y el sentido de comunidad que brindan.
La gran diferencia con las oficinas convencionales es que el coworking ofrece diferentes alternativas de contratos que se adaptan a las necesidades de cada profesional, empresa o emprendedor, pudiendo pactar el alquiler de un escritorio por horas, hasta el alquiler de una oficina, sala de reunión, piso o incluso de un edificio completo. Si el alquiler se sostiene en el tiempo, se pueden hacer acuerdos semanales, mensuales y hasta anuales.
Otra ventaja es que cuentan con espacios de uso común, donde los coworkes o usuarios pueden reunirse, celebrar eventos y establecer sinergia, como también organizar capacitaciones.
Cuentan con opciones diferenciales en comparación a las oficinas convencionales, como: espacios al aire libre en contacto con la naturaleza, eventos recreativos y formativos, salas de juegos, quinchos, parrillas compartidas, salas de relax, estacionamientos para bicicletas, entre otros. También hacen hincapié en el cuidado del medioambiente y la vida saludable, y brindan servicios enfocados a la nueva modalidad de trabajo de conectividad, colaboración y ser más amigable.

*Vanesa Armesto: Editora periodística de Real Estate Data. Periodista y Corredora inmobiliaria matriculada de Cucicba. Matrícula 1413. Con una trayectoria de 20 años en el mercado inmobiliario. vanesa@realestatedata.com.ar