Por Lola Paz Lozano*
Los precios cada vez son más elevados en todo el país; pese a esto, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sigue siendo la más frecuentada y elegida a la hora de salir, vivir e incluso hacer turismo.
Según datos de la Dirección Estadística porteña, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para no ser pobre se necesita más de $90.500; en los últimos tres meses los alimentos básicos aumentaron más del 24%.
Sin embargo, sigue siendo la ciudad elegida por varios aspectos, ya sea desde alquilar o comprar una casa, hasta pasear por los distintos puntos turísticos que la misma dispone.
Laura Leiva y Tomás González son una joven pareja de maestros, ambos trabajan en la misma institución educativa de Almagro y hace dos años viven juntos en el barrio porteño de Caballito. Previamente probaron convivencia en Villa Adelina -provincia de Buenos Aires-, pero el alto costo de viáticos a la hora de viajar hacia capital hizo que decidieran vivir acá.
Sin embargo, nos cuentan que lo “ahorrado” en transportes y viáticos lo invierten en el alquiler. “Es notable la disimilitud de precios en el ámbito inmobiliario, pero la diferencia de cercanías y transportes que hay en CABA hace que creamos que la decisión tomada fue la correcta”.
Con respecto a gastos extras, admiten que muchos gustos no se dan; “cada vez cuesta más llegar a fin de mes, sobre todo a la hora de comprar alimentos básicos e indispensables”. Además, nos comentan que desde la pandemia dejaron de tener el hábito de comer fuera de su casa. “Muy de vez en cuando vamos a un restaurante. Quisimos armar un plan de aniversario comida+teatro+heladería y entre los dos gastábamos casi $10 mil en una noche, una locura”.
La última información difundida por la Dirección General de Estadística y Censos porteña (DGEYE) revela que una familia de cuatro integrantes que vive en la Ciudad de Buenos Aires requirió de recursos de por lo menos $124.250 para ser clase media.
Fernando Lobos y María Díaz son un matrimonio con dos hijos de cuatro y ocho años. Sin entrar en detalles de salarios y gastos puntuales, la pareja nos cuenta que no pasan hambre y tienen todo lo esencial para vivir. Pese a esto, dejaron algunos hábitos para ahorrar y cuidar más el dinero.
Por un lado, el hijo menor de la pareja iba a una colonia de día y por la tarde al jardín. La colonia pasó a un segundo plano y María comenzó a cuidarlo en su casa mientras ella hace home office.
Otro detalle no menor es que la familia no consume televisión, por lo tanto sólo contrataron el servicio de internet: “los chicos utilizan únicamente plataformas digitales, ahí también abaratamos costos”.
Por otro lado, Fernando tenía la costumbre de juntarse a jugar al fútbol con sus amigos de toda la vida; dejó de hacerlo y ahora sale todos los días a dar vueltas a la plaza sin generar gastos extras.
Ambos asumen: “estos pequeños gastos -y algunos más- hacen que a fin de mes se note la diferencia y ese ahorro lo invertimos en otra cosa. Aspiramos a una casa propia y debemos hacer el esfuerzo de dejar cosas de lado para poder cumplir con esas cuotas”.
En Argentina, con el paso de los años, la inflación se incrementa cada vez más, generando números e índices desgarradores. Sin embargo, hay personas que siguen apostando, cambiando hábitos, modificando estilos de vida para amoldarse y sobrevivir a la compleja economía del país y no dejar de lado “el sueño de la casa propia”.
*Lola Paz Lozano periodista, redactora, auxiliar de contenidos en Empatía Comunidad.