Por Salma Montanari*
Los colores, las texturas y las tendencias en la moda fueron cambiando junto a mujeres icónicas que liberaron las siluetas femeninas.
La desigualdad era tan grande que se replicaba en muchos ámbitos de la vida, por ejemplo: la vestimenta. La mujer debía ser sinónimo de belleza, elegancia y finura. Llevar colores, mostrar las piernas y lucir escotes, era todo lo contrario.
Los colores en los guardarropas de las mujeres siempre fueron controversiales, en ese momento sus connotaciones eran negativas. De hecho, en 1900 las personas asociaban los colores como el rojo con “mujeres de la noche”.
Gracias a grandes mujeres en el mundo de la moda, como Gabrielle “Coco” Chanel, se lograron liberar los cuerpos de las mujeres.
Coco introdujo el color negro a la vida de la mujer como sinónimo de elegancia. Logró desestimar su uso exclusivamente en situaciones de luto para ponerlo en la cresta de la moda hasta el día de hoy.
Por supuesto, Chanel no solo fue reconocida por eso sino que además impulsó el uso del pantalón masculino, que ajustaba en las pantorrillas en una época en la que enseñar los tobillos se consideraba mal visto.



Sin duda fue una de las primeras empresarias del siglo XX, que rompió todos los tópicos existentes sobre la independencia y el poder del género femenino.
Elsa Schiaparelli, una de las diseñadoras creativas más reconocidas en el siglo pasado, se suma a la transformación del vestuario femenino. Lució un vestido negro en su casamiento (1910), dieciseis años antes del lanzamiento del mítico little black dress de Chanel (1926). A esta diseñadora italiana también le debemos la falda-pantalón.
En esa época, cada vez más mujeres trabajaban en las fábricas, sobre todo a causa de los conflictos bélicos. Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, los hombres fueron a luchar y las mujeres los sustituyeron en sus empleos para no perder la producción y mantener la economía.
Los vestuarios de las mujeres se intentaban hacer más cómodos para los trabajos y se militarizaron, las chaquetas y los chalecos eran básicos pero Schiaparelli vio el potencial de las hombreras y las incluyó en sus diseños.
Haciendo un paralelismo con la actualidad, estas mujeres fueron pioneras del movimiento feminista en la moda. Gracias a eso, hoy estamos en la tendencia del “vale todo”. Mezcla texturas, colores, transparencias que nadie debería juzgar.
En pleno siglo XXI todavía falta mucho por hacer, por eso este 8 de marzo de 2022 gritá más fuerte que nunca y reclamá lo que te corresponde.
*Salma Montanari, periodista, redactora, auxiliar de prensa en Empatía Comunidad.