Por Valentina Larrea*
El 2020 no ha sido más que un acelerador de problemáticas sociales, económicas, políticas y ambientales en todo el mundo. Transcurrido aquel período de crisis y confinamiento, las grandes urbes retomaron su ritmo habitual pero los accionistas del cambio plantean la urgencia de aplicar un nuevo proyecto que luche contra la desigualdad urbana y el cambio climático.
Hace un tiempo, el profesor Carlos Moreno, director científico de la cátedra ETI de la Universidad de la Sorbona y asesor de la alcaldesa de París, propuso un debate que tituló “la ciudad de los 15 minutos”, el cual consiste en crear un modelo de ciudad descentralizada, policéntrica y multiservicial, en la que los ciudadanos solo tengan que desplazarse durante un cuarto de hora para satisfacer sus necesidades esenciales. El esquema responde a un trabajo de revitalización de la proximidad para que en cada barrio local sea posible vivir, trabajar, hacer las compras, cuidar la salud física y mental, acceder a la educación y contar con una zona de esparcimiento, ya sea caminando o en bicicleta.
“El productivismo ha llevado a los ciudadanos de los territorios metropolitanos a vivir en distancias enormes, con un desplazamiento diario del 70% de la población a una zona, la de trabajo, que no es más que el 10% del territorio. Este ritmo de vida deshumaniza, descarna los vecindarios, que solo sirven para dormir, y descarna los lugares en los que trabajamos cuando ya no es horario laboral”, aseguró Moreno en el contexto de la conferencia organizada por el diario “El país” en Barcelona.

Buenos Aires, miembro del grupo de liderazgo climático, se propuso alcanzar una reducción de más del 50% de las emisiones para el 2030 y lograr la carbono neutralidad en 2050, aumentando la capacidad de adaptación y garantizando una distribución justa y equitativa de los beneficios. Estos objetivos se plantearon en base a las cifras de 2015, donde la Ciudad registró 13.100.079 toneladas de CO2 distribuidas de este modo: el sector de energía es responsable del 58%, transporte del 28% y residuos del 14%.
La nueva espacialidad que trajo la pandemia aceleró el proceso de áreas peatonales y el uso de los negocios de proximidad, en detrimento del uso del auto. “Esto es muy positivo. No solo aumentó exponencialmente el uso de vehículos limpios como la bicicleta, sino que a pesar de que muchas actividades volvieron, el uso del automóvil no se recuperó a los valores de la prepandemia. Esto nos da una gran oportunidad”, explicó Federico García, director de Políticas Ambientales de la Ciudad de Buenos Aires.

Por su parte, París cuenta con 17 barrios, 2 millones de habitantes aproximadamente y una periferia que depende exclusivamente del centro. La capital francesa se adelantó a la pandemia y comenzó a aplicar algunas acciones de este plan de reestructuración como la apertura de las escuelas durante los fines de semana para realizar diferentes actividades, la organización de eventos culturales al aire libre en cada barrio (para los que se han destinado 800 millones de euros) y la instalación de diversos comercios locales que pelean contra las grandes compañías. Además, existe una empresa del estado que se encarga de comprar metros cuadrados y alquilarlos por un precio inferior a aquel fijado por el mercado.
Durante el 20 y 21 de octubre, Buenos Aires será sede de la cumbre C40, en donde participarán más de 30 alcaldes de las ciudades más importantes del mundo, entre las que se encuentran Madrid, Berlín, Roma, Londres, París, Los Ángeles, CDMX, y alrededor de 250 delegados internacionales. La agenda se centrará en el período de la pospandemia y en la promoción del acceso a financiamiento para implementar proyectos urbanos que contribuyan con la lucha contra el cambio climático.
*Valentina Larrea: periodista, redactora y auxiliar de prensa en Empatía Comunidad.